Sunday, December 03, 2006

Dia Mundial del SIDA

Mensaje del Sr. Koïchiro Matsuura, Director General de la UNESCO, con motivo del 1º de diciembre de 2006

Han transcurrido 25 años desde que el mundo oyera hablar por vez primera de estas siglas: “SIDA”. Desde 1981, se han obtenido logros importantes en la lucha contra la epidemia - ya se trate de la lucha de individuos y comunidades locales o de respuestas en el plano mundial. Son muchos y muy distintos los públicos que han mancomunado sus esfuerzos para hacer frente a un desafío común. Ha habido además avances científicos importantes (en particular, la elaboración de un tratamiento anti-retroviral), se han alcanzado niveles sin precedente de movilización de recursos, y se ha adelantado también en la coordinación y mejora de la eficacia de la respuesta.
Pese a esos adelantos, sin embargo, unos 40 millones de personas viven con el VIH hoy en día, se estima que hay unas 8.500 personas infectadas cada día, y de cada diez personas sólo una tiene acceso a servicios de tratamiento y prevención, en particular la prevención de la transmisión madre-niño y el acceso a la terapia anti-retroviral. Las mujeres jóvenes y las muchachas son proporcionalmente más vulnerables que los hombres al VIH, debido a las desigualdades en razón del sexo y a los papeles tradicionalmente asignados a los géneros; el 50% de las nuevas infecciones afectan a jóvenes que tienen entre 15 y 24 años; y, lamentablemente, se sigue atendiendo de modo insuficiente en las respuestas nacionales a poblaciones que desempeñan un papel decisivo en la dinámica de la epidemia, como los trabajadores de la industria del sexo, los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres y los usuarios de drogas ilícitas que utilizan inyecciones.

Tratándose del VIH y el SIDA, nunca se hará demasiado. Se necesitan medidas enérgicas, en particular mediante esfuerzos de prevención cada vez más intensos y de gran difusión, junto con actividades destinadas a ampliar el acceso al tratamiento, la atención y el apoyo. De no ser así, la epidemia va a seguir ganando terreno y poniendo en peligro tanto los logros en materia de desarrollo que fueron obtenidos a duras penas, como las perspectivas de desarrollo sostenible en el futuro. Necesitamos respuestas más intensas, más estratégicas y coordinadas si queremos que el mundo consiga impedir que siga propagándose el VIH y proteger a los individuos, las comunidades y las naciones de las incidencias del SIDA.

Este año, el Día Mundial del SIDA está dedicado a la “rendición de cuentas”. Tema éste que abarca otros temas: el de la responsabilidad con respecto a la propia conducta, el de la solidaridad entre individuos y grupos de distintos países, y el de las promesas de las grandes organizaciones internacionales y los gobiernos nacionales. En muchos casos, la rendición de cuentas significa, sencillamente, preguntarse si los compromisos y las promesas se cumplen. Hay señales alentadoras a este respecto, y se diría que el mundo está dispuesto a enfrentarse con el desafío que sigue representando la epidemia. Los gobiernos del mundo entero se comprometieron a acelerar sus respuestas a la epidemia en la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones dedicada al VIH y al SIDA en 2001, compromiso reafirmado en la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas de 2005 y, una vez más, en la Reunión de alto nivel sobre el SIDA que se ha celebrado este año. En los años que siguieron a la sesión especial, la acción se ha fortalecido en todos los planos, con un compromiso y manifestaciones de liderazgo cada vez mayores, con más recursos y más actividades de prevención del VIH, y de tratamiento, atención y apoyo. Algunos países han señalado también logros en el marco de la acción nacional para los derechos humanos, y han conseguido que la sociedad civil participe en la elaboración, aplicación y evaluación de respuestas nacionales.

La UNESCO, por su parte, lleva a cabo su labor en el contexto de un esfuerzo más amplio, organizado por conducto del ONUSIDA, encaminado a obtener el acceso universal a la prevención, la atención, el tratamiento y el apoyo. La prioridad que ha dado la UNESCO a la educación está basada en la comprobación de que la educación contribuye a desarrollar conocimientos y aptitudes individuales esenciales para la prevención del VIH, y protege a los individuos, las familias, las comunidades y las naciones de las incidencias del SIDA. La educación contribuye a la superación de las condiciones que facilitan la propagación del VIH, y en particular la pobreza, la mala salud, la violencia y los abusos de que son víctimas sobre todo muchachas y mujeres. Además, la educación puede crear las condiciones del entendimiento y la tolerancia y ayudar a que disminuyan el estigma y la discriminación impuestos a los que viven con el VIH.

En 2004, la UNESCO incrementó su participación a ese esfuerzo asumiendo un papel director en la EDUSIDA, la Iniciativa Mundial sobre VIH/SIDA y Educación, prestando así apoyo a respuestas globales del sector de la educación. Treinta países participan actualmente a las actividades de la EDUSIDA, y otros han expresado su interés por ella. Añádase a esto que todos los sectores, institutos y oficinas fuera de la sede de la UNESCO aportan su contribución a la labor de la Organización sobre el VIH y el SIDA, que atrae cada vez más apoyo y es objeto de un reconocimiento cada vez mayor.

A fin de que quedaran debidamente reflejadas las prioridades del acceso universal y el papel de la UNESCO en el marco del ONUSIDA, he iniciado a principios de año una revisión y actualización de la estrategia de la UNESCO en el ámbito de la lucha contre el VIH y el SIDA. Se está llevando esto a cabo mediante un amplio proceso de consulta en toda la Organización; una vez que haya acabado a finales de año, nos va a proporcionar un marco para nuestra acción durante los años venideros. El objetivo global de la estrategia sigue siendo velar por que los Estados Miembros sean capaces de dar la respuesta más eficaz en materia de lucha contra el VIH y el SIDA en todos los sectores que corresponden al cometido de nuestra Organización. La prioridad es luchar, gracias a la educación, contra la propagación del VIH, y proteger las funciones esenciales del sistema educativo de las consecuencias más nefastas de la epidemia, aprovechando para ello los puntos fuertes y los recursos de todos los sectores de la UNESCO.

Además de esa labor que lleva a cabo la Organización a través de sus programas, hemos adelantado considerablemente en nuestros esfuerzos por hacer de nuestro lugar de trabajo, en la UNESCO, un entorno más seguro y protector. La nueva política actualizada de la UNESCO sobre el VIH y el SIDA en el lugar de trabajo busca una sensibilización cada vez mayor del personal de la Organización gracias a reuniones de formación dedicadas a este tema. La UNESCO es un copartícipe activo en el programa conjunto de las Naciones Unidas “UN Cares”, destinado a proporcionar educación, atención y apoyo a todos los que trabajan para las Naciones Unidas, en el mundo entero. Por último, antes de finales de año se instalarán en la Sede de la UNESCO máquinas de distribución de preservativos, para facilitar el acceso a artículos que pueden salvar muchas vidas.

Son pues muchos los modos de intervención con los que la UNESCO intenta hacer frente a los desafíos de la epidemia de VIH y de SIDA. Hago un llamamiento a todos para que aprovechemos la ocasión de la celebración este año del Día Mundial del SIDA para reiterar nuestro compromiso colectivo, sintiéndonos todos responsables del éxito de la respuesta de la UNESCO al VIH y al SIDA.

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